
La sanación divina
Punto 14 de los fundamentos de nuestra casa.
El poder de curación y liberación del Reino de Dios. Nosotros creemos en el poder del Reino de Dios para curar las enfermedades, echar fuera los demonios y producir milagros, señales y prodigios. (Lucas 10,19) (Marcos 16,17 18).
Es muy importante hoy, en especial en este tiempo en el que vivimos, que son los últimos tiempos, hacernos las siguientes preguntas: ¿Porqué y a causa de qué nosotros creemos que la curación divina no es accesible para nosotros hoy? ¿De dónde y de quién provienen todas estas mentiras que vienen a anular lo que nuestro Padre Celestial en Jesús nos ha dejado en la cruz y que es accesible a través del Espíritu Santo?
En Lucas 18: 8 Jesús se pregunta si encontrará fe cuando Él regrese a la tierra. Desafortunadamente, ésta pregunta del Señor Jesús, que tiene una dimensión profética, se está cumpliendo actualmente porque constatamos con tristeza un estado de impotencia de la gran mayoría de iglesias, así como la incapacidad general, para practicar lo que la palabra de Dios y lo que Jesús nos ordena a hacer.
¿Cuál es la causa?
Según Efesios 4: 11-13, nosotros podemos afirmar que una gran parte de esta responsabilidad, que además es colectiva, recae sobre aquellos hombres que Dios mismo ha establecido en su iglesia. Muchos de ellos han dejado que sus pecados, sus compromisos y su desobediencia los separen de Dios y les impida escucharlo realmente. (Isaías 59: 1-2), impidiendo que todos aquellos que son llamados hijas e hijos de Dios, gocen de la bendición sobrenatural del Padre Celestial sobre sus vidas. En lugar de presentarse delante de Dios, quien es lleno de misericordia, para humillarse delante de Él, ellos escogen volverse hacia el mundo y hacia las diferentes opciones que éste les propone, con el fin de encontrar allí un alivio e igualmente una falsa forma de éxito. Pero lo que el mundo ofrece es tan alejado, contrario e insignificante, comparado a lo sobrenatural que Dios tiene disponible para Sus hijos e hijas hoy.
Miremos juntos lo que Dios nos dice dentro de su palabra, la cual fue escrita para sus hijos e hijas (Romanos 8:14).
En Malaquías 3:6 nuestro Padre Celestial nos dice ante todo que Él es eterno y que Él no cambia, verdad que es apoyada en Santiago 1: 17. Después en Hebreos 13:8 nos dice que Jesús es El mismo ayer, hoy y SIEMPRE. Wow!!!
¿Ven ustedes el fin de esos dos versículos?
Nosotros tenemos por lo tanto todas las razones para creer en la PALABRA DE DIOS, la cual es toda poderosa y una verdad inmutable y que abunda en promesas verdaderas. Aquí algunas promesas relacionadas con la sanación:
Isaías 53: 5. « Y por sus llagas fuimos nosotros sanados.»
Éxodo 15:26. «Yo soy El eterno quien te sana.»
1 Pedro 2:24. «Él por sus llagas les ha hecho sanos.»
Mateo 8: 17. «Para que se cumpliese lo que había sido anunciado por el profeta Isaías, cuando dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias.»
Nuestro Padre Celestial es un Dios de amor, quien tiene claramente el deseo de sanarnos y que ha hecho todo para cada uno de nosotros. La pregunta que nos debemos hacer es por lo tanto la siguiente: ¿Puesto que Jesús nos ha sanado en la cruz, cómo podemos apropiarnos de la sanación hoy y cómo debemos orar por los enfermos?
Como respuesta, observemos atentamente el ejemplo de Jesús para ver de qué manera Él procedía:
Mateo 8: 16 nos afirma que Jesús reprendía los malos espíritus y declaraba enseguida la sanidad. En realidad, la enfermedad no viene de Dios, sino que es causada por el diablo y sus demonios. En consecuencia, para traer la sanidad, nosotros debemos inevitablemente reprender los espíritus malvados y declarar a la persona libre de todas las enfermedades, opresiones y ataques de toda especie (Marcos 16: 17-18) que satanás utiliza para alcanzar a los seres humanos en general, y para reducir los hijos e hijas de Dios a la condición del mundo que los rodea. Es decir, volverlos incrédulos, depresivos y desesperados.
Esta verdad representa, para nosotros los hijos y las hijas de Dios, un verdadero desafío. A través de ésta verdad nosotros nos damos cuenta que Él nos pide ser humildes y completamente dependientes del Señor porque es imposible creer esta verdad en la carne (Juan 14: 15). Sólo el Espíritu santo y Su unción sobre nosotros nos permite hacer las mismas cosas que Jesús hacía (Lucas 4: 18-19), así como obedecer a sus mandamientos hoy en día.
¿Le crées tu?
Continuará.